NUESTRA
JUVENTUD CONSUMISTA
P. Gregorio Iriarte o.m.i.
Para
entender el mundo de los jóvenes hay que tratar de llegar a comprender las razones y los motivos que
orientan su conducta.
No
es solamente el lenguaje lo que les separa de nosotros, los mayores. Nuestra juventud, bombardeada por la publicidad, vive intensamente “el
imperio lo novedoso” que viene a ser como el eje que orienta su consumo.
Cuando hablamos del “consumismo
juvenil” no nos estamos refiriendo
al aumento del gasto desorbitado en cosas superfluas, sino a una nueva forma de pensar que les lleva una distinta forma de gastar y de consumir. Los jóvenes
de la última ola son consumidores muy especiales que parte de una nueva manera de valorar las
cosas. Podemos percibir también que algo misterioso les conecta entre sí, ya que
todos valoran las mismas novedades
tecnológicas por más que sean de
diferentes culturas.
La moda es el eje alrededor del cual gira su
vida: una moda que se expresa en el culto
a lo nuevo. Eso es lo que constituye “la hoja de ruta” de su vida.
¿Qué valores o contravalores tiene esta novedosa
actitud consumista de la juventud actual…?.
Vemos que es, ante todo, una reafirmación y
un fuerte despliegue del “yo”. Todo
lo último tiene que estar a su
alcance para que puedan sentirse realizados.
Lo lamentable, es que viven como “consumidores
a la carta”. Lo que le gusta adquirir es
efímero y queda obsoleto y devaluado en un espacio de tiempo cada vez más corto. Sin embargo, eso
no les va a afectar. Lo ven como algo lógico
en un tiempo en el que “cambiar
es vivir”. Se ven así mismos como
competidores en una especie de impactante maratón... ¡Hay que estar al
día para ser hijo de nuestro dinámico tiempo…¡
Para ellos “consumir” es poseer lo último, “enchufados”, como están, a los últimos gritos de la moda tecnológica.
Es la
manera que tienen de apropiarse del futuro. Tener lo último y, a
ser posible antes que los otros, es el gran desafío de cada día para ellos.
Tanto la música moderna, como el cine y ciertas
expresiones culturales, les van a ayudar
a hacer presente ese futuro pero, sin
embargo, será el área tecnológica la gran aliada para esta inquieta
juventud.
Lamentablemente, vemos que todo ello les conduce a la exaltación del “yo”. Es un “yo” que se ha multiplicado.
Ese
obsesivo ideal de poseer tener y estar al tanto en la última novedad ha ido reduciendo al mínimo las inquietudes más importantes del espíritu. Se van apagando
en su vida los grandes ideales. Los
referentes más importantes de su existencia van desapareciendo, mientras percibimos, cada vez más profundo, un gran vacío existencial.
Se ha ido
perdiendo la base del pensamiento humanista y la referencia a los grandes ideales
transformadores, tanto personales como sociales.
Es necesario
superar ese “pensamiento débil” cada
vez más
presente. Hay que lograr
que en ningún momento se
identifique ni se confunda lo “nuevo” con lo “mejor”.
Todo
desarrollo, por más científico que sea, será falaz si no se lo realiza desde un fondo ético.
Es evidente que nuestra juventud es expresión de muchos valores, más allá de ese culto
por lo novedoso que hemos
criticado en el presente artículo, sin embargo siempre habrá que tener
presente ese “tic” que les caracteriza si les queremos
ayudar.