EL DIOS EN EL QUE CREO Y
EL DIOS EN EL QUE NO CREO.
P. Gregorio Iriarte o.m.i.
No creo en un Dios que se complace en el sufrimiento humano.
No creo en un Dios que se enoje ante la gravedad de los pecados.
No creo en un Dios que castiga ni en este ni en el otro mundo.
No creo en un Dios que bendiga las guerras y todo tipo de conflictos.
No creo en un Dios que solo ama y salva a los buenos.
No creo en un Dios que infunde temor.
No creo en un Dios solitario y alejado de los problemas humanos.
No creo en un Dios que actúe como juez justiciero y vengativo.
No ceo en un Dios que le cueste personar.
No creo en un Dios celoso de su propia gloria.
No creo en un Dios amante del boato y los honores.
No creo en un Dios amigo de los ricos y de las riquezas.
No creo en un Dios indiferente ante el sufrimiento de los pobres.
No creo en un Dios que privilegie al hombre sobre la mujer.
No creo en un Dios para el que los pecados sexuales sean los más graves.
No creo en un Dios que busque la salvación de las almas y no las personas.
No creo en un Dios que no desee el cambio basado en la justicia y la solidaridad.
No creo en un Dios que mire más las leyes que los corazones.
No creo en un Dios que esté presente donde las personas no se aman.
No creo en un Dios manipulable a través de las limosnas y la oración.
No creo en un Dios que no fuese AMOR TOTAL.
POR LO TANTO:
Creo en un Dios que es amor y ama, igualmente, a buenos y malos.
Creo en un Dios cuya justicia está condicionada y anulada por el amor.
Creo en un Dios que no se siente ofendido por los pecados de los hombres.
Creo en un Dios cuya esencia consiste en amar y perdonar.
Creo en un Dios que ama la paz, la justicia, la fraternidad y la solidaridad
Creo en un Dios que ama sobre todo a los pobres y a los pecadores.
Creo en un Dios cuyo honor es la autorealización de las personas.
Creo en un Dios que todo lo ha creado para bien de todos.
Creo en un Dios que quiere la salvación de todos.
Creo en un Dios que respeta plenamente la libertad de las personas.
Cochabamba, octubre, 2008
